El nuevo presidente de Argentina está tomando medidas económicas impactantes, devaluando la moneda y recortando subsidios.

FOTO DE ARCHIVO: El presidente de Argentina, Javier Milei, observa mientras asiste a una celebración de Hanukkah en Buenos Aires, Argentina, el 12 de diciembre de 2023. REUTERS/Tomás Cuesta//Foto de archivo

BUENOS AIRES, Argentina (AP) — Argentina anunció el martes una fuerte devaluación de su moneda y recortes a los subsidios a la energía y el transporte como parte de las medidas de choque que el nuevo presidente Javier Milei dice son necesarias para enfrentar una emergencia económica.

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El ministro de Economía, Luis Caputo, dijo en un mensaje televisado que el peso argentino se devaluaría en un 50%, de 400 pesos por dólar a 800 pesos por dólar estadounidense.

“Durante unos meses estaremos peor que antes”, dijo Caputo, dos días después de que el libertario Milei prestara juramento como presidente de la segunda economía más grande de Sudamérica e inmediatamente advirtiera sobre medidas duras.

Milei dijo que el país no había tenido tiempo de considerar otras alternativas.

Argentina sufre una inflación anual del 143%, su moneda se ha desplomado y cuatro de cada 10 argentinos están empobrecidos. El país también tiene un enorme déficit presupuestario, un déficit comercial de 43.000 millones de dólares y una enorme deuda de 45.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional, con 10.600 millones de dólares adeudados a acreedores multilaterales y privados en abril.

Como parte de las nuevas medidas, Caputo dijo que el gobierno está cancelando licitaciones para todos los proyectos de obras públicas y recortando algunos empleos estatales para reducir el tamaño del gobierno.

También anunció recortes en los subsidios a la energía y al transporte, sin dar detalles ni decir en cuánto, y agregó que el gobierno de Milei está reduciendo el número de ministerios de 18 a nueve.

Dijo que las medidas eran necesarias para reducir el déficit presupuestario, que según él era la causa de los problemas económicos del país, incluida la creciente inflación.

“Si continuamos como estamos, inevitablemente nos dirigimos hacia la hiperinflación”, dijo Caputo. “Nuestra misión es prevenir una catástrofe”.

El FMI acogió con satisfacción las medidas y dijo que proporcionaban “una buena base” para futuras discusiones con Argentina sobre su deuda con la institución.

“Estas audaces medidas iniciales tienen como objetivo mejorar significativamente las finanzas públicas para proteger a los más vulnerables de la sociedad y fortalecer el sistema cambiario”, dijo la portavoz del FMI, Julie Kozack, en un comunicado. “Su implementación decisiva ayudará a estabilizar la economía y sentará las bases para un crecimiento más sostenible liderado por el sector privado”.

Figuras clave del ex gobierno peronista de Alberto Fernández no comentaron sobre las medidas anunciadas el martes.

Pero el líder social Juan Grabois, cercano a la expresidenta de centroizquierda Cristina Fernández (2007-2015), dijo que Caputo “anunció un asesinato social sin pestañear, como un psicópata que quiere masacrar a sus víctimas indefensas”.

“Con tu salario en el sector privado, en el sector público, en la economía nacional, social y solidaria, en el sector cooperativo o informal, para pensionados y pensionadas, obtienes la mitad que en el supermercado”, dijo. “¿De verdad crees que la gente no protestará?”

“No hay dinero”, fue un estribillo común en los discursos de Milei, y lo utilizó para explicar por qué un enfoque gradual de la situación no es un enfoque. Pero ha prometido que el ajuste afectará casi exclusivamente al Estado, no al sector privado, y que representa el primer paso hacia la recuperación de la prosperidad.

Milei, un economista de 53 años, se hizo famoso en la televisión con vulgares diatribas contra lo que él llamaba la casta política. Aprovechó su popularidad para conseguir un escaño en el Congreso y, con la misma rapidez, una candidatura presidencial. La sorprendente victoria del autodenominado “anarcocapitalista” en las primarias de agosto provocó conmociones en todo el panorama político y trastocó la carrera.

Los argentinos desilusionados con el status quo económico se mostraron receptivos a las ideas extravagantes de un extraño para solucionar sus problemas y transformar la nación. Ganó claramente la segunda vuelta de las elecciones del 19 de noviembre, haciendo huir a la fuerza política peronista que dominó Argentina durante décadas. Aun así, es probable que enfrente una dura resistencia de los legisladores del movimiento peronista y de los sindicatos que controla, cuyos miembros han dicho que se niegan a renunciar a sus salarios.

El domingo Milei prestó juramento en el edificio del Congreso Nacional y el presidente saliente Alberto Fernández le colocó la banda presidencial en la cabeza. Algunos de los parlamentarios reunidos gritaron “¡Libertad!”
Muchos argentinos se han preguntado quién gobernará su país: el cruzado antisistema de la campaña electoral que empuña una motosierra o el presidente electo más moderado que ha surgido en las últimas semanas.

Como candidato, Milei prometió librar al establishment político de la corrupción, eliminar el banco central, al que acusó de imprimir dinero y alimentar la inflación, y reemplazar el peso, que se deprecia rápidamente, por el dólar estadounidense.

Pero después de ganar, nombró a Caputo, ex presidente del banco central, como su secretario de economía y uno de los aliados de Caputo para dirigir el banco, pareciendo haber dejado en suspenso sus tan promocionados planes de dolarización.

Milei se había presentado a sí mismo como un guerrero dispuesto contra la expansión del socialismo global, similar al expresidente estadounidense Donald Trump, a quien admira abiertamente.

Sin embargo, en su discurso inaugural dijo que no tenía intención de “perseguir a nadie ni llevar a cabo viejos sentimientos de venganza” y que cualquier político o dirigente sindical que quisiera apoyar su proyecto sería “recibido con los brazos abiertos”.

Su aparente moderación podría deberse al pragmatismo, dada la magnitud del inmenso desafío que tiene por delante, su inexperiencia política y la necesidad de forjar alianzas con otros partidos para implementar su agenda en el Congreso, donde su partido lidera en número de escaños. lejano tercer lugar.

Débora Llamas

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