ARGENTINA: La casa en el Estado de Israel 525 en La Bajada, Rosario, en la provincia de Santa Fe -una zona de gente humilde y trabajadora- es el punto de partida del astro del fútbol argentino Lionel Messi, y se ha convertido en un lugar de peregrinaje para muchos aficionados.
La casa ha estado recibiendo cada vez más visitantes desde que el icónico jugador llevó a Argentina a su tercera Copa Mundial de la FIFA en Qatar hace unos días.
“Te amo, Messi”, gritó Nahitan Vera, de dos años, hacia la casa.
Viajó con su familia desde Santiago del Estero, en el norte del país, a Buenos Aires para saludar a la selección nacional, incluido el capitán Messi, luego de su victoria en la final de la Copa del Mundo sobre Francia.
Nahitan y su familia fueron parte de una ola de más de cinco millones de fanáticos que viajaron a la capital. Después de darse cuenta de que ni siquiera se acercarían al desfile de la victoria del equipo, decidieron viajar otros 300 kilómetros hasta Rosario y la casa de la infancia de Messi.
“Quiero darle las gracias por todo lo que ha hecho por nosotros y por darnos tanto fútbol”, dijo Joaquín Vera, de 19 años.
“Messi es único, un genio, lo queremos mucho. Lo amamos”.
En uno de los muchos murales de la ciudad, Messi mira solemnemente al cielo como siempre saluda a su abuela materna Celia, quien murió de Alzheimer en 1998 a la edad de 68 años, informa la Agencia de Noticias Xinhua.
En otra parte del mural, se muestra a Messi en medio de una videollamada con su esposa Antonella Roccuzzo y sus tres hijos.
“El león es un personaje que va más allá del deporte, es mágico”, dijo a Xinhua el muralista Lisandro Urteaga, de 51 años.
“Lo que hace y lo que es es extraordinario, también porque es un referente, un embajador para el mundo, no solo por la fascinación de su expresión futbolística, su técnica, sus habilidades, sino también porque mantiene la constancia, la sencillez, humildad y paz”.
La ciudad está dividida en dos: por un lado está la afición de Newell’s Old Boys, para quien Messi jugó en el equipo juvenil hasta que se fue a Barcelona, España, a los 13 años.
Del otro lado está la afición de Rosario Central, de la que surgió Ángel Di María.
Messi, sus hermanos y sus amigos jugaban al fútbol todo el día en la calle o en el recinto entonces propiedad del Ejército Argentino.
“Si él quería jugar al fútbol y su mamá lo castigaba, él subía las persianas y salía y comenzaba a jugar”, dijo Nieves Meyer, de 62 años, residente de la zona, quien dijo que no importaba si hacía calor. , frío o cuando el camino de tierra estaba inundado.
“Todo era un motivo para jugar al fútbol y Leo participó en todos ellos”, dijo.
“Escuchaste las pelotas dar en la portería y gritaste: ¡Lionel! ¡Vamos a tomar una siesta!”.
Carlos Ibáñez, otro residente local, dijo que Messi “se destaca entre la multitud, era muy bueno” y que “no tenía miedo” incluso cuando se enfrentaba a rivales más grandes.
Messi fue a la escuela en el No. 66 General Las Heras, a unos 600 metros de su casa. Andrea Sosa fue su maestra en los grados quinto y sexto.
“Era un estudiante tranquilo, que hacía sus tareas, responsable, respetuoso, sin problemas, tranquilo, apasionado por la recreación, eso sí, salía y jugaba a la pelota”, dijo a Xinhua.
El maestro, que se jubiló este año, dijo que Messi es un ejemplo positivo para los niños de la localidad.
Ella les dice a sus alumnos que los deportistas no solo tienen que jugar al fútbol, también tienen que “poder expresarse, tienen que poder hablar, tienen que tener cultura”.
En la calle, todos hablan con entusiasmo de su ilustre conciudadano, al que se refieren como un “dios”, un “ídolo” que los “representa”.
Alejo, de 17 años, de Villaguay, tiene una foto de la estrella como fondo de pantalla de su teléfono.
Juan Echeverría, de 59 años, director del Museo del Deporte de Santa Fe, destacó la “integridad de Messi como persona y como megaestrella del fútbol”.
Julian, de 17 años, lo dijo de manera simple: “Es el amor de mi vida”.
Morena, de 17 años, dijo sentirse orgullosa de que Rosario esté representada en el mundo, mientras que Gonzalo Cejas, de 34, dijo que Messi debería tener un monumento en la ciudad.
Sabrina, de 40 años, dijo: “Leo siempre ha sido un ser humano impecable, que al final es lo más importante, más allá del balón, un trofeo o ganar un Mundial”.
Y Martín, de 47 años, paseándose por la ciudad con la camiseta 10 de Messi, dijo: “No hay nadie como él”.
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