Dos monjas de la Congregación Dominicana de la Anunciación son las últimas de una larga lista de religiosas católicas expulsadas de Nicaragua.
Por Linda Bordoni
Dos monjas que trabajaban en un hogar de ancianos en Nicaragua fueron expulsadas de Nicaragua esta semana en medio de una amplia represión contra líderes de la oposición, periodistas y la Iglesia Católica por parte del gobierno del presidente Daniel Ortega.
La Hermana Isabel y la Hermana Cecilia Blanco Cubillo de la Congregación Dominicas de la Anunciata dirigían un asilo de ancianos en Nicaragua.
Según la Diócesis de Tilarán-Liberia, las dos monjas, ambas de nacionalidad costarricense, llegaron a su país de origen el miércoles.
Un comunicado del obispo de esa diócesis, monseñor Manuel Eugenio Salazar Mora, confirmó su presencia y pidió oración por la Iglesia y por el obispo nicaragüense Rolando Álvarez de Matagalpa, quien fue encarcelado en febrero tras ser condenado a más de 26 años de prisión por “socavar Estado y sociedad” y por presunta difusión de informaciones falsas.
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Docenas de funcionarios de la Iglesia Católica han sido expulsados de Nicaragua desde la reelección de Ortega en 2021 para silenciar las críticas al retroceso democrático del gobierno.
El día anterior al desalojo de las dos monjas costarricenses, el gobierno de Nicaragua también confiscó un monasterio trapense en San Pedro de Lóvago y lo entregó al Instituto de Tecnología Agropecuaria.
Las monjas trapenses abandonaron el convento en febrero después de llegar al país desde Argentina más de veinte años antes.
La Semana Santa resultó ser un momento particularmente difícil para la comunidad católica en Nicaragua después de que el presidente Ortega prohibiera los eventos públicos, incluidas todas las procesiones de Semana Santa, arrestara a unas 20 personas y expulsara al misionero claretiano panameño, el padre Donaciano Alarcón, por servir en nombre del obispo Rolando Álvarez.
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