Los cambios climáticos son inminentes en todo el mundo. Hace unos días Argentina vivió un período de calor extremo, alcanzando temperaturas superiores a los 45 °C (114 °F) con alta humedad. Sin embargo, esta vez no hablaré de la emergencia climática y la producción avícola, sino del bienestar animal.
Durante esta reciente ola de calor, se reportaron muertes de hasta el 20 % de las gallinas ponedoras en las zonas costeras y del 5 % al 7 % en toda Argentina. Según nuestras estadísticas, es un total de 48 millones de gallinas, lo que significa que murieron entre 2,4 y 3,4 millones de gallinas, más-menos. Ha habido informes de granjas con hasta un 40% de mortalidad por golpe de calor.
Mientras que las granjas con aire acondicionado y la última tecnología atravesaron el período de calor extremo con relativa facilidad, las granjas con tecnología de cría antigua y cría al aire libre parecen ser las más afectadas. No hay palabras sobre esto último. ¿Se ha dicho algo sobre las precarias condiciones de estos sistemas de moda? ¿Se dijo algo sobre los “pobres” pollos en corrales con aire acondicionado que no sufrieron?
La naturaleza puede ser mala. Por esta razón, los pollos se alojan en instalaciones para mantenerlos limpios, sanos y protegidos. Los productores son los primeros interesados en criar pollos humanamente. ¿No son?
Este es solo un ejemplo claro que creo que se consideraría cuando se habla de la producción de huevos en jaulas de gallinas que no están en libertad. Pero una cosa es segura: los sistemas antiguos y obsoletos tienen que desaparecer. Se debe cuidar el bienestar y, en última instancia, la rentabilidad. Sin duda.
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