La sequía que afecta la producción agrícola argentina, la peor en 60 años, ya está impactando la economía del país, con la caída de las exportaciones y la recaudación de impuestos.
La falta de lluvias se siente en los fértiles y vastos campos argentinos desde mediados de 2022, un año un 12,8 % más seco que el promedio, en un clima que terminó este verano con los registros de temperatura más extremos en seis décadas y el cese de severas heladas.
Según el último informe de la Superintendencia de Sequías de Argentina, hay importantes pérdidas de rendimiento en la actividad agrícola, retrasos y disminución de la superficie final de maíz y soja, además de que el fenómeno también tiene un impacto importante en la ganadería.
La insuficiencia de lluvias afecta a 172,5 millones de hectáreas agrícolas, con 8 millones de hectáreas manejadas por sequía moderada a severa y 21,7 millones de cabezas de ganado en riesgo, un escenario difícil para uno de los principales países productores y exportadores de alimentos del mundo sobre el que se basa mucho su economía en el sector.
MENOS EXPORTACIONES, MENOS VENTAS
Los análisis y pronósticos sobre los efectos de la sequía en la ya debilitada economía argentina están en la agenda de los economistas.
“Desde una perspectiva macroeconómica, la recaudación de impuestos será menor. Y desde el punto de vista de la economía regional, cuando el país no está funcionando, el consumo está cayendo, no estás invirtiendo y no estás gastando”, dijo a Efe Leonardo Piazza, director de LP Consulting.
Por cierto, los efectos ya se pueden ver en la balanza comercial y en las cuentas presupuestarias.
En enero, las exportaciones cayeron 11,7% respecto a igual período del año anterior, impulsadas por menores ventas de trigo, biodiesel, maíz y aceite de girasol, mostrando el impacto que la sequía ya venía teniendo sobre la cosecha del año pasado.
También en enero, el déficit presupuestario se disparó, con la caída de los ingresos fiscales reales sobre las exportaciones agrícolas debido a la sequía.
Según cálculos del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), parte de la Fundación Mediterráneo, las exportaciones agropecuarias argentinas rondarán los US$ 37.800 millones en 2024, frente a una caída de US$ 8.400 millones en 2022, aunque la caída podría serán $6.5 mil millones si la sequía disminuye o $10.1 mil millones si el clima empeora.
En el frente fiscal, Argentina gastaría $7.600 millones en derechos de exportación agrícola este año, $2.050 millones menos que en 2022, pero podrían ser $1.500 millones si las condiciones del cambio climático mejoran, o $2.400 millones si empeoran.
MALAS NOTICIAS
“La macroeconomía de 2023 no tendrá mayores ingresos ni mayor entrada de divisas en el sector agropecuario”, pronosticó Juan Manuel Garzón, economista jefe de IERAL.
Esta es una mala noticia para un país que tiene que cumplir objetivos ambiciosos para reducir el déficit presupuestario y acumular reservas de divisas este año, que se comprometieron en el acuerdo firmado en 2022 con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los expertos coinciden en que la sequía afectará la actividad económica de Argentina, que muestra signos de desaceleración desde los últimos meses de 2022.
“Para 2023, esperamos que la actividad se vea afectada negativamente primero por la sequía en sí, pero también por la disminución de las divisas generadas por las menores exportaciones, lo que se correlacionaría con una menor disponibilidad de divisas para las importaciones”, dijo la consultora LCG en un informe que predice que El PIB de Argentina se contraerá un 2% este año.
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