jOnathan Perel ha realizado un documental unipersonal secretamente poderoso sobre la participación empresarial en las atrocidades contra los derechos humanos durante la dictadura militar posterior al golpe de Estado de 1976 en Argentina. Es un informe sobre la complicidad empresarial en el terrorismo de Estado: el secuestro, la tortura y el asesinato de empleados considerados subversivos, en su mayoría sindicalistas o activistas políticos.
El enfoque de Perel es aterradoramente, casi enloquecedor, simple. Como un detective privado, estaciona su auto frente a 25 empresas expuestas por un informe del gobierno de 2005 sobre la responsabilidad empresarial y la represión de los trabajadores durante el régimen. Sobre las imágenes que filma desde su automóvil, documentando las idas y venidas diarias fuera de los edificios hoy, Perel lee con calma extractos de los estudios de casos del informe.
Cada estudio comienza de la misma manera con un número: cuántos trabajadores de la empresa fueron asesinados, “desaparecidos” o arrestados. El patrón es sorprendentemente familiar: los jefes identificaron a los empleados no deseados que luego fueron arrestados en el trabajo o en el hogar. Algunos sobrevivientes dijeron que fueron interrogados por personal militar que llevaba los archivos de su empresa. Las víctimas a menudo eran torturadas en las instalaciones de la empresa o llevadas a centros de detención en vehículos de la empresa. Algunas empresas se beneficiaron de transferir sus deudas privadas al Estado durante la dictadura o aumentaron sus ganancias reprimiendo a la fuerza laboral.
No hay nada gráfico ni detalles sobre lo que les sucedió a las víctimas. Nada de desapariciones en “vuelos de la muerte” donde las personas eran empujadas vivas desde aviones militares sobre el Río de la Plata y el Atlántico. El estilo meditativo de la película es lento y exige paciencia: no hay explicaciones ni antecedentes de golpes o dictaduras. Pero las imágenes de vigilancia de Perel se vuelven cada vez más siniestras, y la repetición es convincente a su manera. Empiezas a preguntarte hasta qué punto es posible que tantas personas hayan podido participar activamente en asesinatos y torturas a esta escala; Los grupos de derechos humanos calculan el número total de muertos en 30.000.
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