El fútbol evita la guerra en Mozambique con las motos en el centro del campo

Hay momentos en los que el partido de entrenamiento entre Desportivo de Pemba y Vasco da Gama parece necesitar más un señalero que un árbitro.

Coches y motos recorren desnudos el paisaje de Langua, a veces incluso pasando los postes de la portería (sin redes), ante la indiferencia de los guardias y bajo la mirada habitual del público, entre barro y extensos charcos.

Una audiencia relajada de unas pocas decenas protegidas del sol abrasador de Cabo Delgado en el norte de Mozambique, bajo un gran árbol de mango y rodeadas de casas precarias, algunas de las cuales han sido desplazadas por la guerra en la provincia del norte de Mozambique.

Hoy las conversaciones tienen una cosa en común y que nada tiene que ver con el conflicto: se escuchan los nombres de los equipos que sortearán este viernes los grupos del Mundial de Catar de este año.

Pero ojo en el minuto 36: Un carro pequeño tuvo que parar en el centro del campo porque se avecinaba una nueva ofensiva del Desportivo, uno de los jugadores se apoya en el lateral izquierdo para salvar el balón y hacer un pase – el tiro pega en el cabezazo de la línea y el coche conduce a otra calle.

La estructura metálica de las porterías no engaña, aquí se juega al fútbol.

“Aquí tuvimos hace muchos años el torneo de Langua, que reunió a equipos de toda la provincia de Cabo Delgado”, cuenta Pedro Chande, 25 años, entrenador del Vasco da Gama.

Hoy, el crecimiento del precario barrio de Paquitequete, sin infraestructura básica a la orilla de la playa, ha convertido a la cancha en uno de los espacios abiertos más importantes, por donde circula un tráfico pesado, pero aun así, la capacitación no se detiene. .

Tras regresar en el descanso, en un córner, el balón acaba entre dos jugadores en la puerta de una de las mezquitas de la plaza y entran en ella casi como si los goles fueran de Vasco da Gama.

“El nombre del club realmente viene del navegante portugués”, dice Pedro, quien dice que solo su abuelo recuerda los detalles, que se remontan a cuando Pemba era todavía Porto Amélia (en el dominio colonial portugués) y el club llegó a tener proyección nacional.

El Vasco da Gama es ahora un grupo amateur de los que juegan al fútbol “por diversión” y están esperando que las nuevas generaciones lo hagan grande, describe el técnico en una entrevista tras el pitido final, con un resultado difícil cuando el Vasco da Gama a los 6 perdió . 1 para deportes.

“Si hubiéramos jugado con el equipo que yo quería”, el resultado hubiera sido diferente, garantiza, pero reconoce que llegó media hora tarde y su “asistente” tuvo que sacar un once inicial al campo.

Pedro Chande sonríe porque cree que el fútbol debe servir precisamente para ese propósito, una terapia, una idea que desarrolló mientras trabajaba para agencias de ayuda en la crisis humanitaria de Cabo Delgado.

“Tenemos cuatro desplazados en el equipo” de Vasco da Gama, y ​​en el barrio Paquitequete hay incluso otro equipo integrado en un 100% por desplazados del conflicto del norte, en una iniciativa impulsada por la Organización Internacional para las Migraciones ( IOM) y de la que también es formador.

Hacia el minuto 60 el árbitro volvió a pitar, pero de bolos a la cabeza por culpa del tráfico, más motos que pasaban y para intentar alejar a niños del colegio y dependientes de comercios que probablemente ni se dieron cuenta de que habían entrado al campo.

Rafael Eugénio, de 27 años, es entrenador de tiempo completo en el Desportivo de Pemba, equipo que el Vasco da Gama invita de vez en cuando a sus partidos de entrenamiento, como hoy, de preparación para el campeonato provincial.

“Para los que jugáis desnudos o en la arena de este campo, un día si salís al césped va a ser espectacular, vais a jugar muy bien” y “cumplir un sueño”, dice el exjugador que empezó a olfatear el cargo de técnico que lo expulsó del partido tras sufrir una lesión en la rodilla.

“El fútbol es un deporte que une a la gente, crea un vínculo de intimidad”, y para los que huyen de la guerra en Paquitequete es un ejercicio de salud mental: “Si hay un torneo de fútbol o un partido de fútbol, ​​vengan, vengan, hablen, olvidar lo que pasaron en su tierra”, enfatiza.

Y eso se puede ver en las caras de los que hoy hablan de la Copa del Mundo.

Rafael Eugénio se presenta como un “hincha argentino” y señala a Messi como “el mejor jugador del mundo”, el que quiere levantar la “taza” en la final.

Pedro Chande también cuenta a Argentina entre sus favoritos, que incluyen a Brasil, Francia y Alemania.

Portugal “puede ser el equipo Cebra”, es decir, “no es el favorito, pero puede sorprender”, añade.

Los dos entrenadores del distrito de Paquitequete están seguros de que la guerra no resiste el poder del fútbol y que sea cual sea el curso del conflicto, Cabo Delgado seguirá de cerca el sorteo y los partidos del Mundial de fin de año.

“Aquí teníamos gente que traía una pantalla gigante para ver los partidos de la Copa del Mundo” en el campo de Langua y convertirlo en una gran sala de proyección al aire libre, pero “después de los ataques, la gente ya no se presentaba aquí”.

El deseo es rotundo: “Sería genial volver a tener una pantalla gigante aquí en la plaza, en la que los espectadores griten los goles”.

La provincia de Cabo Delgado es rica en gas natural, pero ha sido aterrorizada por rebeldes armados desde 2017, con algunos ataques alegados por el grupo extremista Estado Islámico.

Hay 784.000 desplazados internos como consecuencia del conflicto, según la OIM, y unos 4.000 muertos, según el Proyecto Registro de Conflictos de la ACLED.

Jacinta Rangel

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