El World Obesity Atlas 2023 muestra un aumento exponencial en la prevalencia de la obesidad en todo el mundo. En Brasil, se estima que para 2035, el 41% de los adultos serán obesos. El aumento anual de la obesidad adulta es del 2,8%, mientras que la tasa infantil es aún más preocupante, alcanzando el 4,4% anual en 2035. Este dato fue divulgado Cifras compiladas por la Federación Mundial de Obesidad ponen a Brasil en alerta máxima, superando las tasas de aumento de la obesidad infantil en Argentina y Estados Unidos (ambos 2,4%).
En este momento, El 22,4% de los adultos brasileños son obesos. Entre los niños, 6,4 millones tienen sobrepeso y 3,1 millones son obesos. Esta alta prevalencia contribuye al desarrollo de diversas complicaciones y enfermedades. La endocrinóloga y metabóloga Tassiane Alvarenga, de la Sociedad Brasileña de Endocrinología y Metabología (SBEM), aclara que el hambre está regulada por hormonas que controlan el apetito y el metabolismo y actúan principalmente en el núcleo arqueado del hipotálamo, responsable de controlar los sistemas reguladores responsables.
Según Tassiane, el hambre es un sentimiento fisiológico que nos impulsa a buscar y consumir alimentos para cubrir nuestras necesidades nutricionales diarias. La ingesta de alimentos se desencadena por diversos estímulos, como una reducción en la cantidad de nutrientes como la glucosa, los aminoácidos y las grasas, o una disminución de la temperatura corporal. Estos estímulos favorecen la producción de grelina, una hormona que activa una cascada endocrina que estimula el apetito.
Grelina conocida como “hormona del hambre‘, se produce en el estómago y el intestino delgado, y se liberan pequeñas cantidades en el páncreas y el cerebro. Otras hormonas como GLP-1, PYY y CCK también están involucradas en el control del apetito. Por ejemplo, el GLP-1 se produce en el íleon y el colon y tiene múltiples funciones, como: B. reducir el vaciado gástrico y activar áreas cerebrales relacionadas con la saciedad, así como reducir el gusto por alimentos ricos en calorías.
Los pacientes obesos tienen niveles elevados de leptina, una hormona de la saciedad, pero esta leptina no funciona correctamente debido a la inflamación que provoca la obesidad. Tassiane Alvarenga explica que la resistencia a la leptina impide que la vía de la saciedad funcione correctamente. Además, todas las personas tienen un tipo de apetito llamado apetito hedónico, que se relaciona con el placer de comer, activando el sistema de recompensa del cerebro y llevando a las personas a comer incluso cuando no tienen hambre.
Los neurocientíficos afirman que la sensación de La felicidad se crea en el cerebro., especialmente en los centros de diversión activados por actividades que traen felicidad. Esta compleja red de neuronas es fundamental para comprender el apetito hedónico y su asociación con la obesidad.