“Maracanazo”. La palabra ha sido repetida innumerables veces por aficionados, periodistas y presentadores de televisión desde el pitido final del partido entre Brasil y Argentina. Argentina celebró su victoria en la Copa América el sábado (10) como en un Mundial.

La expresión tradicionalmente asociada con la final del Mundial de 1950, cuando Brasil perdió ante Uruguay, revivió en el clamor de una nueva generación de argentinos. “Estoy aquí por mis hijos, nunca han visto al equipo ganador”, dijo Ariel, de 52 años, que esperaba el autobús del equipo en Ezeiza este domingo por la mañana (11).

La selección nacional llegó al país alrededor de las 9:30 a.m. en un aeropuerto rodeado de fuerzas de seguridad y parcialmente operativo: solo tres vuelos internacionales por día debido a las restricciones de cuarentena.

Frente al edificio de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino), la gente abarrotó los cordones instalados por la policía para dejar pasar los buses que transportaban a la delegación. Llovieron trozos de papel y gritos de guerra. Sin embargo, la decepción de la audiencia fue que, aparte de algunas sombras detrás de las ventanas esmeriladas del vehículo, no se veían jugadores.

Debido al grave momento de la pandemia -Argentina se acerca a los 100.000 muertos-, el Gobierno nacional cambió los planes para la celebración tras la fiesta de anoche. El presidente Alberto Fernández se retiró tras consultar a las autoridades sanitarias, que vieron negativamente las aglomeraciones en las principales capitales del país. En lugar de dar la bienvenida a la plantilla a la Casa Rosada como estaba previsto, se limitó a enviar un tuit y una felicitación virtual.

Todavía está fresco en la mente de todos los críticos y el cansancio político del presidente después del velatorio de Maradona, que tuvo multitudes y una invasión del palacio presidencial, que terminó con el cuerpo llevado a su tumba.

Por la noche, sin embargo, la fiesta fue grande. La gente llegó al Obelisco poco antes de finalizar el partido, abrigados para protegerse del frío, en grupos, abrazados y cargando bebidas -bares y restaurantes de la ciudad cierran a las 23 horas por restricciones sanitarias-.

Una vez allí, sin embargo, la fiesta fue intensa, con gente saltando, trepando por la barandilla del monumento para saltar sobre el público, ondeando banderas y cantando como si estuvieran en un estadio. Un poco más lejos del núcleo más exuberante se encontraban las familias con niños llevados a hombros o en sus manos.

El nombre de Diego Maradona, llorado en este lugar hace unos meses, fue recordado por muchos. Se repitieron los gritos de “Diego, Diego”, y varios hinchas aludieron al ídolo “bendiciendo” aquella victoria sobre Brasil. Además de él y Messi, también hubo mucha celebración en torno a Di María, también conocido con el apodo de “el fideo” (espagueti, por su delgadez).

Messi salió temprano de la celebración grupal y abordó un jet privado rumbo a Rosario, su ciudad natal, donde lo esperaba su familia. El salto de Antonella, su esposa sobre su regazo para besarlo, se viralizó en las redes, al igual que las imágenes del ídolo hablando con ella por celular desde el césped de Maracaná. Messi tiene previsto quedarse en Argentina los próximos días y descansar.

Otros líderes políticos también celebraron la victoria del equipo. La vicepresidenta Cristina Kirchner publicó video de la nevada en Río Gallegos, donde vive y celebra parte del año. El exdiputado Mauricio Macri también publicó un homenaje a los jugadores: “Una victoria que vale el doble en este momento”.