Buenos Aires, capital argentina, noche
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Para la argentina Catalina Vanoli, de 33 años, hay algunos años entre unas vacaciones en Florianpolis y una reunión de negocios en São Paulo. Cuando fue por primera vez a la playa con sus padres cuando era niña, habló por segunda vez y aprendió portugués hace cuatro años. Meses para comunicarnos con clientes brasileños.
“La empresa me pidió un nivel más básico, pero decidí aprender más”, dice el ingeniero de tránsito, que realiza reuniones semanales en brasileño. Los costos de los cursos son cubiertos por el grupo financiero multinacional en el que trabaja, con sucursales en toda América Latina e importantes contratos en Brasil.
Ella dice que ocho de sus 11 compañeros de clase están ahí por la misma razón. “Muchas personas llegan para agradecer y luego salen de la clase con más alegría porque no solo están aprendiendo el idioma, sino también la cultura brasileña”. “Ahora sé que dependiendo del estado que des, das un beso o dos”, bromea.
El caso Catalina es un ejemplo de cómo el portugués ha ganado importancia en Argentina en las últimas décadas, evolucionando de un idioma turístico a un idioma de negocios. Según coordinadores, profesores y estudiantes, Brasil es visto no sólo como un destino de relajación, sino también como una oportunidad para trabajar y estudiar.
“Los estudiantes básicamente querían ir a Copacabana, beber cerveza y pasar el rato en la playa. De repente hay gente que quiere estudiar, trabajar, conocer el Medio Oeste, el Nordeste y el Pantanal. “Uno descubre Brasil” no es sólo una chica de Ipanema”, dice Ivone Tupinamb, de 67 años, que enseña en el país desde hace 26 años en el Instituto Guimares Rosa (IGR), en Itamaraty.
Geraldina Dana, politóloga de la Universidad de Buenos Aires (UBA), empezó a estudiar hace cuatro años. “Utilizo el portugués a nivel profesional y académico desde 2020. Parte de la bibliografía de relaciones internacionales que se utiliza en Argentina está en portugués, aunque la mayoría está escrita en español e inglés”, afirma.
Según ella, el interés por el idioma creció en el país después de la creación del Mercosur en 1991, lo que contribuyó a que Brasil se convirtiera en el principal socio comercial de Argentina, un nuevo miembro de los BRICS a partir de 2024. Por ejemplo, en julio, Brasil era responsable de 25 % de las importaciones y el 17% de las exportaciones de Argentina, frente al 18% y el 8% de China, respectivamente.
Mientras hace 15 años sólo dos lugares de Buenos Aires utilizaban la prueba de certificación en portugués llamada Celpe-Bras, hoy las plazas se multiplicaron a ocho en diferentes regiones del país, dice Neucilene Teixeira, coordinadora pedagógica del Instituto IGR, que cuenta con alrededor de 500 estudiantes.
“Antes, los residentes de otras provincias tenían que venir y pasar dos o tres días en la capital para realizar el examen. Muchas provincias tienen ahora sus propias oficinas”, afirma. El número de argentinos que se inscribieron al examen aumentó de 399 a 554 entre 2019 y 2023, según datos proporcionados al Inep por el Ministerio de Educación.
El coordinador recuerda que la demanda de cursos en línea también ha aumentado significativamente desde la pandemia con la facilitación de la educación a distancia. Para ellos, la difusión del portugués entre los argentinos tiene mucho que ver con la ampliación de la oferta de becas académicas para extranjeros en Brasil y la inclusión del idioma en la educación básica.
Desde 2001, la ciudad de Buenos Aires cuenta con un programa escolar llamado plurilingüe en el que los niños aprenden el idioma como primera o segunda lengua extranjera. El proyecto añadió de 8 a 12 horas semanales al plan de estudios de 26 escuelas, incluidas las de inglés, portugués, italiano y francés.
El mismo movimiento se ha producido en escuelas privadas y escuelas secundarias, dice el argentino Fabricio Müller, director general de Casa do Brasil, un instituto privado que enseña a 1.500 estudiantes y 45 empresas. “Tenemos cada vez más la tarea de certificar el nivel de estos jóvenes. Los propios padres exigen que las escuelas enseñen un tercer idioma además del inglés”.
Según él, esto comenzó en los años 1990 con la ola de privatizaciones y cobró fuerza en los años 2000, cuando hubo un diálogo más fluido entre los dos gobiernos. “Con la crisis de 2001 [quando um colapso financeiro levou ao congelamento das contas bancrias na Argentina]“Mucha gente vio una oportunidad real en Brasil”, recuerda.
Pero la mayoría de los expertos en idiomas evitan inicialmente establecer una conexión con la actual crisis económica y de inflación. “No tengo ningún dato sobre esto. Estoy seguro de que cada vez más empresas nos buscan para enseñar portugués a sus empleados, tanto empresas brasileñas con sucursales en Argentina como viceversa, principalmente en las áreas de tecnología y agricultura”, afirma Müller.
Según la Policía Federal, el número de argentinos residentes o con estancia temporal en Brasil alcanzó un récord en 2022 con más de 6.000 registros, impulsado por una demanda frenada por la pandemia y también por la crisis. Por otro lado, los turistas y residentes brasileños inundan el país vecino con un tipo de cambio favorable, lo que aumenta aún más el intercambio cultural.
“El interés cultural fue el impulso para empezar a estudiar”, dice Pedro Rodríguez, de 22 años, de Buenos Aires, un estudiante de ciencias políticas que visitó Brasil de vacaciones pero que ahora quiere ser diplomático y ve el portugués como un idioma importante para su carrera. . “No descarto vivir en Brasil, hay muchas cosas que nos conectan y unen”, afirma.
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