2022 fue otro año de intenso cambio climático causado por el hombre, ya que los avances en la lucha contra el cambio climático continuaron siendo sofocados por intereses internos, esfuerzos políticos y corporaciones corrosivas.

Las sequías en China, África, Europa y Estados Unidos provocaron malas cosechas, hambre e inseguridad, mientras que las lluvias extremas mataron a más de 1.700 personas en Pakistán, 600 en Nigeria, 461 en Sudáfrica y al menos 233 en Brasil.

Casi 16.000 personas murieron cuando Europa experimentó el verano más caluroso registrado. Cientos de personas murieron en la ola de calor de Japón, la peor desde que comenzaron los registros en 1875. Las muertes por calor también ocurrieron en África y el sur de Asia, pero las muertes por calor extremo no se registran de manera rutinaria allí.

No sólo la gente siente los efectos devastadores. Las poblaciones mundiales de vida silvestre han disminuido en un 69% desde 1970, y la selva amazónica se acerca rápidamente a un punto de inflexión en el que ya no funcionará. Solo el 3% de los océanos del mundo están actualmente libres de contaminación humana.

Greenpeace ha hecho campaña contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad durante décadas y nos complace ver que el movimiento crece. Afortunadamente, estos problemas ahora son bien reconocidos y nos mantenemos firmes con una multitud de aliados.

Pero las iniciativas políticas y económicas aún no se han puesto al día. En marzo de este año, el IPCC publicó su sexto informe de evaluación, basado en los hallazgos de 780 científicos. Fue una lectura sombría sobre los efectos devastadores del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo.

Aun así, avanzamos en 2022. Desde acciones legales en Argentina y Sudáfrica hasta acciones verdaderamente colectivas para poner fin a la minería en aguas profundas, ganancias de combustibles fósiles en el Océano Ártico y uso creativo de la tecnología en Corea del Sur, nuestros esfuerzos han arrojado resultados tangibles.

Se necesita Greenpeace en el mundo. El planeta aún necesita nuestra voz. Las personas y comunidades cuyos derechos están siendo ignorados y pisoteados quieren que los apoyemos, y aquí estamos.

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