Para ser un político de carrera con poco carisma, Alberto Fernández ha causado revuelo desde que irrumpió en la escena política argentina hace menos de seis meses.
El ex estratega de campaña comenzó su carrera por la presidencia en mayo, algo sorprendente dado que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (sin relación) había sido ampliamente promocionada como la candidata de la coalición opositora de centroizquierda para el puesto principal.
Ella anunció en ese momento en un video publicado en las redes sociales que había decidido postularse como su compañera de fórmula.
Pero Fernández realmente se destacó en agosto, cuando venció al actual presidente Mauricio Macri por casi 15 puntos porcentuales en las primarias, una encuesta obligatoria para todos los votantes vista como un ensayo general para la presidencia.
Esta victoria, que desafió todas las predicciones, lo convirtió en el claro favorito en las elecciones presidenciales del domingo.
Si bien Fernández sirvió bajo las órdenes de Fernández y su esposo y predecesor, Néstor Kirchner, no tiene el mismo nivel de notoriedad que sus exjefes.
Licenciado en derecho de 60 años y guitarrista de rock ocasional, Fernández se involucró por primera vez en la política a principios de la década de 1980, en los últimos días de la dictadura militar.
Durante la mayor parte de su vida política fue miembro del Partido Justicialista (PJ), que sigue los principios populistas del expresidente Juan Perón y ahora forma parte de la principal coalición opositora de centroizquierda, el Frente de Todos.
En 2003 lideró la campaña electoral de Kirchner y en 2007 la de su esposa, ambos como Primer Ministro.
Renunció en 2008 después de una amarga disputa con Fernández y se ha opuesto a medidas como los intentos de politizar el poder judicial y frenar la influencia de un poderoso grupo mediático de oposición.
Después de dejar la administración, se convirtió en un crítico vocal de su exjefe, pero luego descartó sus desacuerdos como “lo que le pasa a muchos argentinos, que peleas entre amigos porque no estás de acuerdo con la política”.
Los analistas dicen que fue visto como un freno a las políticas más divisivas de la Sra. Fernández. Como tal, parece haber atraído voces de izquierdistas y otros inquietos por el populismo de su compañero de campaña, mientras que al mismo tiempo se beneficia de su atractivo.
Es decir, su cercanía con los Kirchner, pero también su distanciamiento de ellos, parecen haberlo ayudado a ganar votos.
El presidente electo también es visto como una fuerza unificadora, que reúne a fuerzas pro y antiperonistas en el Frente de Todos, un frente amplio enfocado en destituir al presidente Macri de su cargo.
Frente a un país desmoralizado por una profunda recesión, alta inflación y duras medidas de austeridad, claramente resuena con sus políticas económicas pragmáticas e intervencionistas.
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