El escritor Marcel Proust (1871-1922) aún mantiene ríos de tinta corriendo en Francia 100 años después de su muerte, y el episodio final es su complicada relación con un suizo, Henri Rochat, que tuvo que enviarlo a Brasil para deshacerse de él. .
Poco se sabe de Rochat, que nació en fecha no precisada en Suiza y era camarero en el Hotel Ritz de París cuando el autor de En busca del tiempo perdido lo conoció en 1917. Su homosexualidad era abierta en los círculos parisinos secretos.
El escritor lo invitó a instalarse en su casa en 1918. En una carta a un amigo, el banquero Horace Finaly, Proust admite que cree que el joven suizo “se quedaría sólo unas semanas” y que “yo podría ser su secretario”. . Estas cartas de Proust a Finaly forman parte del rico patrimonio literario y epistolar que sigue apareciendo regularmente en Francia en torno al autor.
Las “Lettres à Horace Finaly” muestran que el escritor se arrepintió rápidamente de su impulso.
“Porque estaba aburrido en casa, se ‘escapó’ dos o tres veces y lamentablemente no solo perdió peso, sino también todo el dinero que le di”, lamenta el autor en la carta a su amigo banquero.
Y las facturas del sastre seguían acumulándose.
“Gastó mucho más que Proust. Era un dandy que solo le dio algo de inspiración, algunos borradores y noches al piano”, dice Thierry Laget, editor de estas 20 cartas publicadas por Gallimard este jueves (9).
Portada de Lettres à Horace Finaly — Foto: Publicidad/Éditions Gallimard
Proust tuvo una larga y apasionada relación con Reynaldo Hahn, el compositor nacido en Venezuela que fue una celebridad de la Belle Époque parisina.
Rochat en el piano “no debe tener el mismo encanto que el gallo talentoso”, comenta Laget.
Las cartas de Proust a su amigo Finaly ayudan a comprender la importancia de este banquero en la solución de este desagradable problema: enviar al joven a Brasil.
Finalmente le consigue trabajo en una delegación de Sudaméris, la sucursal del banco BNP para América Latina, en Recife.
En Recife, Rochat vuelve a una vida de lujo. Acumuló deudas y luego le dijo a Proust que “alguien” las pagaría algún día. El autor debe haberte enviado algo de dinero.
El rastro de Rochat se pierde en un continente donde, en su momento, era relativamente fácil para un europeo empezar de cero. Se creía que había muerto en Argentina, pero recientemente se descubrió que vivía en las afueras de Parnaíba cuando desapareció en 1923.
No se han descubierto tumbas en su nombre. Se sabe que llevó copias de las novelas de Proust a esta región tropical.
“Rochat hizo mucho por difundir la obra de Proust en Brasil, uno de los países donde se le conoce y aprecia desde hace mucho tiempo”, explica Laget.
“Sabemos que en Brasil se mostraron fotos de él con Proust, por lo que esas fotos podrían volver a aparecer algún día”, agrega.
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